27 DE ENERO DE 2010
CAMINO DE JIMANI, FRONTERA CON HAITÍ
Aquí empieza nuestro calvario para llegar a Puerto Príncipe. Negociar el transporte hasta la frontera fue todo un ejercicio de...supervivencia. Lo cierto es que es un poco exagerada la última afirmación, pero el viaje a la estación de la guagua, la doctora y yo, en dos motos conducidas por compañeros bomberos de Santo Domingo, con el tráfico tan caótico, fue toda una aventura.
Luego valoramos la posibilidad de contratar una guagua sólo para nuestro grupo y la carga, pero ante la posibilidad de que nuestro viaje no acabara donde nosotros queríamos, sino en algún descampado y sin dinero ni pertenencias, hizo que optáramos por la guagua de línea, que va más llena, tarda más, pero llega al destino deseado.
La noche en Jimani, frontera con Haití fue fría, y a la mañana siguiente partimos hacia Puerto Príncipe. No sin antes vacunarnos contra la rubeola (nos dijeros que había epidemia). Yo pensaba que tenía todas las vacunas que hay que tener, que son muchas.
La cosa va empeorando, el transporte desde la frontera hasta Puerto Príncipe, algunos la hicimos entre la cabina y el remolque de un camión porque en la cabina solo cabían cuatro personas. Dos frías horas agarrados a lo que podíamos.
Pero por fin llegamos a nuestro campamento en Puerto Príncipe, en el Aeropuerto Internacional, entre los soldados americanos y los ingleses y encima de una pradera plagada de tarántulas.
Al día siguiente iniciaremos nuestro trabajo en Haití, duro trabajo que sin duda ha marcado la vida de todos los que estuvimos allí.
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